viernes, 23 de febrero de 2007

Guinness, gente y placer

Entramos en el pub, una, dos, tres Guinness. Vistazo rápido y a la derecha una pareja. Se miran, sonríen y luego se giran y aplauden. Con ellos todo el local. Es viernes por la noche y todos esperaban ese momento. Los problemas, el trabajo, la rutina e incluso las pintas pasan a un segundo plano. Ha llegado. Él es capaz de hacer olvidar los quebraderos de cabeza del personal, aquellas cosas que forman parte de nuestras vidas. Él y su inseparable amiga, esa que cuando habla lo hace con fundamento; Ella, capaz de decir lo que uno quiere escuchar sin renunciar a sus principios. Ella se adapta a Él y Él se adapta a Ella. Son el matriomonio perfecto, capaz de permanecer unido hasta que uno deje de respirar y la otra de tener a alguien que la toque, que la acaricie, que la ame...

No sabes lo que harán, lo que te dirán o querrán decirte. Eso no importa. Lo que importa es que el mensaje está ahí, listo para ser transmitido y reinterpretado por todos los presentes una y otra vez. Ese es el mensaje, pero ¿realmente es lo que quieren decirme? Ojos, oídos, mente. Todo se unifica para comprenderlo. En Él ves a otros. Él es alguien que antes de ser quien es ha sido como tú, como yo, como aquella chica fumando en la punta de la barra, como aquel hombre barrigudo con una camiseta de Jack Daniel's. Ha mirado a otros y ha comprendido lo que querían decirle, lo que estaba ahí para ser escuchado, digerido y vuelto a dejar donde debe estar: al abasto de quien sienta interés.

Empiezan a hablar, Él abrazándola a Ella con devoción, con pasión. Sabe que sin Ella no puede decir lo que siente, lo que tiene dentro y quiere transmitir. Ella es quien realmente importa. Es el vehículo por el cual fluctuan deseos, creencias, valores, sentimientos, rencores. Él sabe que Ella es la clave y, cuando la ha utilizado para mostrar lo que quiere piensa en los Otros, aquellos Otros que antes le comunicaron a Él. Unos la agarraban fuerte y la destruían, para que nadie más la utilizase y para decir aquí estoy, porque en el fondo sabían que sin Ella no eran nadie. Otros la amaban tanto que le dedicaban rituales sexuales que terminaban en llamas, llamas que reflejaban lo que realmente eran Ellos: dioses. Ellos la tocan y Ella gime de placer, porque placer es ese orgasmo sónico que llega a los oídos. Jazz, folk, blues, rock, punk, metal, soul. Son sólo diferentes formas de orgasmo y hay quien no puede vivir sin ellos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya ves, amigo, somos adictos sexuales.
Hay adicciones que son gloria.

Eclipse dijo...

Sin duda alguna maestro. Ojalá todas las adicciones fuesen de esta índole. Seguro que el mundo iría mucho mejor.

Un saludo!

Olvido A. dijo...

Tremenda declaración de amor. De fondo, la trompeta de Miles está a punto de correrse de placer.
Salud