Crónicas Californianas | Día 8
Hace casi un año estaba a punto de irme con mis colegas a cumplir el sueño del oeste americano, un sueño que hoy termino de contar. Muchas cosas han pasado desde entonces y sólo hace un año... y ya tengo la mente puesta en el siguiente viaje, esta vez por el norte de Italia. Bueno, y el fin de semana en Dublín que está ahí esperando. Yo recomiendo que preparen pasta y pizzas a unos y Guinness a los otros. Bueno, y un poco de Jack Daniel's claro, que sin mi fiel amigo mis viajes no serían lo mismo... Pero antes de empezar, también, a contar lo que dió de sí la última visita a Londres, quiero terminar de contar los últimos instantes pasados en la genial ciudad de San Francisco.
Después de perder nuestro vuelo que salía de Las Vegas con destino San Francisco, no nos quedó otra alternativa que esperar a que hubiesen sitios libres en los siguientes vuelos con destino a la ciudad de la psicodelia. La verdad es que perdimos el avión por culpa de los intempestivos controles de seguridad. En serio, era para flipar. Y eso que fuimos tres horas antes al aeropuerto... acojonante, no lo puedo definir de ninguna otra manera. Aunque nos aburrimos un huevo y medio esperando sitio en un avión no caímos en la tentación en forma de máquinas tragaperras situadas por todas partes. Y es que definir el aeropuerto de Las Vegas con una palabra es la siguiente: vicio. Ahí empieza o termina todo. Si llegas te encuentras las máquinas justo en la puerta de salida y, si te vas, te las encuentras a modo de coletilla después de todo el juego que has visto en esa mítica ciudad.
Después de llegar a San Franciso (por fin), habiendo perdido medio día, unos se fueron a dormir y otros nos dedicamos a dar un último paseo por la zona del Fisherman's Warf previo descanso. En este último día me dediqué a fotografiar los carteles de conciertos de los años 60 que adornaban el ya mítico Hotel San Remo. Ya de noche paseamos y aprobechamos para comprar esos últimos souvenires (por fín encontré la matrícula usada de California) y otros productos de moda (ropa, fundamentalmente) a buen precio. Se ve que alguien no tuvo suficiente con la bacanal del outlet de Las Vegas...
Así fueron las últimas horas en San Francisco. No tuvimos tiempo para más, ya que el avión para volver a casa nos salía de madrugada. Ahora, cuando miro hacia atrás y recuerdo este viaje una sonrisa se esboza en mi rostro. Doy un voto positivo a mis amigos, que se encargaron de preparar el alquiler del coche, de reservar los hoteles, de comprar las entradas para los Lakers y, como no de conducir, porque pocas horas en la carretera no pasamos. Suerte que Unai The Experience se puso una vez más al volante, que Jordi El Marquès y sus papelitos informativos nos guiaron por los sitios, que Manel y su sombrero siempre tenían los cojones para hablar y dominar el inglés, que Miqui The Same no hace bien una foto ni por asomo ("¿ves este encuadre? Pués hazlo igual") y que Àlex Up There filmara todo lo que le pasó por delante (por cierto, ¿y mi copia del vídeo?). Gracias a todos por los buenos momentos y pensad que se acerca un nuevo viaje para disfrutar y hacer el borderline.
West Coast Forever!