Roger Waters | Barcelona, 21/04/07
Bajo el título de The Dark Side Of The Moon Live Roger Waters presentó el sábado pasado en Barcelona un espectáculo para recordar. Con el Sant Jordi lleno hasta los topes, bien por el reclamo de escuchar el disco cumbre de Pink Floyd entero, o bien por el lugar de actualidad que recobró el grupo debido a su fugaz reunión en el Live 8, Waters hizo un concierto realmente bueno, y lo digo desde el punto de vista de fan de su trabajo, de melómano y de amante de un buen espectaculo.
El recital poco tuvo que ver con el que realizó el 8 de mayo del 2002 en el mismo lugar. Empezando por la gran pantalla rectangular de gran definición que presidía el escenario. En ella se mostraba, antes de empezar, una radio de las clásicas, un cenicero lleno de colillas, un vaso de whisky y humo de alguien que fumaba. Iba cambiando de emisora y los asistentes es lo que escuchaban por los altavoces, predominando el R&R más clásico. Buenos presagios. A su lado dos pantallas más por las que se mostrarían imagenes del concierto.
Pasados un par de minutos de las 21.30h las luces se apagaron y el público, plagado de personas de todo tipo y condición, empezó a gozar cuando In The Flesh empezó a sonar. Potentísimo, soberbio y acurado, así defino como yo lo escuché. Roger, bañado por un alo de luz, empezó a cantar y desde el primer momento obtuvo la complicidad de los allí asistentes. Mother tomó el relevo, esa genial composición de The Wall, disco que no volvió a tener representación hasta los bises. Después de poner otro ladrillo en el muro gracias a esa madre sobreprotectora, Roger nos hizo recordar ese trabajo llamado Saucerful Of Secrets tocando Set The Controls For The Heart Of The Sun, mientras por la enorme pantalla salían imagenes de los inicios del grupo disfrutando en una playa. Grande. Los aplausos que desató ese tema se sobrepusieron a los gritos de admiración cuando el sintetizador que abre Shine On You Crazy Diamond irrumpió en escena, a la par se vislumbraba el contorno de la tierra en llamas y, posteriormente imagenes de Syd Barrett. La tierra brilló con intensidad pero se quemó, al igual que el diamante loco. Más que nunca esa canción sirvió como homenaje a una de las grandes figuras musicales de los últimos 40 años. Barrett estaba ahí y todos le recordamos. Have a Cigar y Wish You Were Here, cantada a coro por todos fueron los siguientes temas que interpretó. Como no los mecheros se encendieron, pero para constatar que vivimos en el siglo XXI se mezclaron con las lucecitas de las pantallas de cámaras digitales y móbiles de alguna que otra generación.
El turno de The Final Cut llegó con la interpretación de Southampton Dock y The Fletcher Memorial Home. Roger, sentado en un taburete y guitarra acústica en mano cantó dos de los mejores temas de dicho disco. Llegó el turno de dos de sus canciones en solitario. Primero nos deleitó con Perfect Sense, canción donde el coro de chicas, con PP Arnold entre ellas, brilló con luz propia. Y la primera sorpresa de la noche: un astronauta teledirigido sobrevoló el Sant Jordi ante la mirada de todos. Luego presentó Leaving Beirut que fue tocada con viñetas de comic contando la historia en esa gran pantalla. Y llegamos a uno de los puntos fuertes del concierto: Sheep. El sonido cuadrafónico se escuchaba muy bien, al menos desde mi posición. Era apabullante pero depurado. I, como no... cerdito al vuelo, esta vez pintado con motivos antibelicistas y contra algún que otro presidente. Por la pantalla, la Battersea Power Station vista desde el aire. Guiño al disco Animals y descanso de 15 minutos.
Pum, pum, pum, pum, pum, pum... ahhhhhhhhhhhh, ahhhhhhhhhhhh, ahhhhhhhhhhhhhh! Y Breath retumba en el Palau como nunca, como inicio de la interpretación completa de The Dark Side Of The Moon, la apoteosis sónica de Pink Floyd, el disco que los encumbró a lo más alto. La gente enloqueció, yo el primero, sólo de saber que lo mejor del concierto había empezado. Me puse el babero y agudicé aún más los sentidos, a fin de captar todo el mensaje, de disfrutar de ese perfecto mural audiovisual. Gracias a On The Run Harry Waters, hijo de Roger, tuvo protagonismo dentro del show de su padre. Mirando la gran pantalla controlaba el sintetizador y de vez en cuando introducía nuevos y estrudentes sonidos. Impresionante. Tuve la sensación de que la música me controlaba, que era el cerebro que gobernaba mi cuerpo. Sin poder tomar aliento llegó Time, mi canción favorita del disco. Atronadores los relojes despertadores y Roger aún sin cantar pero sí disfrutando y caminando de una parte a otra del escenario. El solo me gustó mucho, pero, sin duda alguna, no era Gilmour quien lo tocaba. Uno debe ser consciente de eso y disfrutará mucho más el concierto. Yo no quería pensarlo, no quería evocar en mi memoria que Dave no estaba allí, pero no pude evitarlo y pensé "wish you were here". La piel de gallina se me puso con The Great Gig In The Sky, cantada creo que por Kate Kisson. Increible, no hay mejor adejtivo.
Le damos la vuelta al vinilo y la caja registradora de Money hace su aparición. Momento por excelencia de Waters al bajo y el ya clásico vinilo dando vueltas en la pantalla. Money! It's a crime!. Y llegamos a Us And Them. Genial y brutal en su estribillo. El colofón fué la trilogía final, empezando por Any Colour You Like, interpretada a la par con increíbles e hipnóticas imágenes. Pero fue en Brain Damage donde los asistentes nos llevamos la mayor sorpresa: un láser en forma de pirámide colgando del techo. Alucinante, pero más alucinante fue cuando durante Eclipse la portada de The Dark Side Of The Moon fue completa, ya que la descomposición de la luz fue lo que vieron nuestros hojos, mientras el prisma iba dando vueltas e iluminando a los presentes. Brutal y conmovedor a la vez. Y quedaban los bises... The Happiest Days Of Our Lives, Another Brick In The Wall Part II, Vera, Bring The Boys Back Home y Comfortably Numb fueron el mejor colofón a un increible concierto. Creo que a Roger a nivel de puesta en escena no se le puede pedir más. Terminó abrazándose a sí mismo recibiendo la ovación del público, en signo de agradecimiento. Gracias Roger, te veré en la cara oscura de la luna...