sábado, 14 de junio de 2025

Summer is here | Recomendando Discos

El verano, esa estación que es como un oasis en medio del desierto del año; el verano, ese período de tiempo donde las cosas se ven con más optimismo y una perspectiva distinta; el verano, que estabiliza las hormonas que la primaver altera... Quiero proponer aquí una selección de discos que yo asocio irremediablemente al verano. Discos que recurrentemente y al largo de los años me los pongo más cuando llega el calorcito y las temperaturas cálidas. Sin más empezamos:


Jacco Gardner | Hypnophobia (2015)


Ya solo viendo la portada podemos inducir lo que vamos a encontrarnos en este trabajo del neerlandés: psicodelia moderna donde los sintetizadores —porque si algo tenemos aquí son sintetizadores— voces, flautas y arreglos musicales nos llevan a viajar a finales de la década dorada del género. Desde el inicio con Another You, pasando por la bucólica Grey Lines hasta la fenomenal Find Yourself, encontramos desde ecos de Syd Barrett en temas como Face to Face —que tiene connotaciones de himno—, geniales parajes pastorales en Outside Forever, hasta experimentación y desarrollo sonoro en Before The Dawn, uno de mis temas favoritos del álbum. El combo de percusión-synth que encontramos en Before The Dawn nos hace viajar aunque sea sin el uso de drogas hasta un clímax sonoro ideal para disfrutar con una buena puesta de sol veraniega. Mención a parte merece el tema homónimo Hypnophobia, una catársis musical que va in crescendo y que demuestra la ambición del artista, creando unos cambios de ritmo y unas atmósferas geniales. 



Neil Young | Zuma (1975)



Aunque no sea un disco optimista en el sentido estricto de la palabra, a mi me despierta buen rollo, que es lo que necesito cuando llega el buen tiempo y la melanina se despierta en mi piel. Es precisamente ese inicio con Don't Cry No Tears, que nos invita a dejar todos los problemas, a superarlos vaya, a seguir adelante con lo que nos deparará la vida. Danger Bird y Pardon My Heart dejan un poco de lado el buenrollismo para sumergirnos en la nostálgia y el amor más triste. Dos temarrales poco reconocidos pero que entran dentro y te desgarran con su crudeza, algo que Neil Young hace de maravilla. Pardon My Heart me revuelve las entrañas cada vez que la escucho. Pero vuelve la alegría señores; y ya están aquí Lookin' For a Love y Barstool Blues, dos de mis temas favoritos de la vida. Podría estar escuchándolos sin parar hasta que me sangraran los oídos. La estructura de Stupid Girl siempre me ha fascinado. Ese medio tempo, con los toques de la Old Black que resiste a desatarse me encanta. Ah, donde sí se desata la Old Black és en Drive Back. Menudo pildorazo, clásico del maestro con esa distorsión tan y tan personal. Es un tema brutal. Y sí amigos, llegamos al clímax; llegamos a la cúspide; llegamos a Cortez The Killer. La intro es antológica pero lo que viene después es otra historia. La Old Black siempre me desgarra con esos punteos... Siempre que escucho el tema evoco la última visita del Tito al Poble Espanyol de Barcelona, donde tocó el tema con todos los asistentes con la piel de gallina... mágico. Through My Sails nos devuelve a esa paz en el alma para saborear una buena puesta de sol veraniega. Y yo me pregunto ¿cómo es posible que aún haya alguien que dice ser melómano y no conoce a Neil Young? Todo en este disco es icónico: desde su portada a su contenido. Ah, y que no haya dudas, todos los discos que hizo NY en los '70 son obras maestras. 


Portishead | Dummy (1994)



Estamos ante un disco que una vez decido ponerlo no para de sonar durante toda la semana. Es como una droga, eso que sabes que no puedes comer o beber porque te gusta tanto que sabes que no podrás parar hasta que tengas una buena sobredosis. Este disco es esto para mi, ya desde las primeras notas de Mysterons, con ese medio tempo adictivo, o los arpegios de Sour Times, o el scratch en Strangers, los tres primeros temas del disco. El resto es una subida a una cúspide de la que no nos bajamos porque cada cual es mejor: It Could Be Sweet, Wandering Star, It's a Fire,... los sonidos, los ritmos, todo se va cociendo bajo la sobrenatural voz de Beth Gibbons, que encandila desde la primera vez que la escuchas. Numb, Pedestal... y Biscuit y Glory Box. Estamos en lo alto y aquí nos quedamos. Es un disco consistente que nos pide más y más escuchas para poder degustarlo como se merece. Ah, y un detalle importante: ¿quién puede resistirse a descubrir lo que se esconde tras esta incómoda portada?




domingo, 8 de junio de 2025

Crónicas Americanas '23 | Día 2 - Chicago

 


Skyline de Chicago 


A veces el jet lag puede ser malo pero otras puede resultar una ventaja, como lo fue para nosotros el primer día (y único) completo en la ciudad de Chicago. A las 5 de la mañana ya estábamos levantados y buscamos un bar en las cercanías que estuviera abierto. Buena fue mi sorpresa al ver en el maps que había un bareto hípster abierto, así que nos encaminamos hacia allí para tomar nuestra necesaria dosis de cafeína. Hablo solo de tomar café porque en lo que refiere a un servidor tenía el estómago cerrado gracias a la deep dish de la tarde-noche anterior. El bareto en cuestión muy friki, con las típicas galletas americanas y pastelitos… y un café fuerte, como me gusta a mi. De nombre Peet’s Coffee, situado en el 41 E 8th St.

 



Crown Fountain

Con el regusto del café arrancamos el día turístico en Chicago a las 6 de la mañana, muy tempranito para turistear pero genial si quieres ver la ciudad  sin aglomeraciones. Nos ponemos en marcha camino de la Crown Fountain, obra del artista catalán Jaume Plensa. La verdad es que mola bastante ver esas caras que van cambiando, al menos singulares son. Lo bueno es que no había nadie y ya era de día, así que las fotos quedaron de lujo. Al ladito mismo de la fuente está el inicio de la mitiquísisisisima Route 66, como así lo indica una señal colgada en una farola. Seguimos camino del Millenium Park aun sabiendo que el famosísimo Cloud Gate estaba en obras… al menos la pudimos ver a lo lejos. Dicen que siempre hay que dejar algo por hacer allí donde uno vaya, y disfrutar de la Bean ha sido lo que hemos dejado de hacer en Chicago, entre muchas otras cosas of course, porque con 24 horas en la ciudad hay que priorizar al máximo. Pero bueno, hablando del Millenium Park decir que es un lugar guapísimo donde en verano la gente se reúne, entre otras cosas para asistir a algún que otro evento en el Jay Pritzker Pavilion, un auditorio al aire libre espectacular.




Marina Towers

Seguimos enfilando la brutal Michigan Ave desviándonos por las calles adyacentes y contemplando la impresionante arquitectura de la Windy City, edificios a cada cual más moderno y vanguardista, como el Aqua Tower, el Tribune Tower, la Trump Tower, el mítico John Hancock Center o el modernísimo St. Regis Chicago, que me flipó. Mención a parte merecen las torres Marina City, justo delante del río y que han sido escenario de innumerables escenas de películas o, sin ir más lejos, protagonizan la portada del disco Yankee Hotel Foxtrot del grupo Wilco. Lo cierto es que esa zona de Chicago es acojonante porque es amplia, grande, con el río y las avenidas juntándose frente a los rascacielos. Hay que estar ahí para apreciar la belleza de esta zona de la ciudad.




Postal de Chicago


Seguimos paseando previa excursión a la zona del muelle con destino la Willis Tower y pasamos por delante de otra de las postales clásicas de Chicago: el Chicago Theatre. El cartel es precioso, un icono de la ciudad en toda regla. Una ciudad que nos obsequió con un tiempo un tanto particular, porque no es que hiciera frío (hablamos de mediados de octubre), pero es que amenazaba una lluvia que tu sabes que si empieza puede derivar en tormenta… Lo que sí que hacía era un viento impresionante, llevado por las corrientes del lago Michigan. En unas calles nada, pero en otras el viento era bestial. Tuvimos suerte que el tiempo nos respetara. Llegamos a aterrizar un día después y no hubiéramos visto nada de la ciudad porque la cosa cambió de lo lindo.


Y así como tal cosa llegamos a la Willis Tower, antigua Sears Tower, el edificio más alto de todo Chicago y el tercero más alto de los Estados Unidos con sus imponentes 442 metros. Subimos a lo alto donde hay un mirador espectacular, con el incentivo de que te dejan estar en el Skydeck tres minutos. Se trata de un cubículo transparente, así que puedes estar suspendido con la ciudad de Chicago a tus pies. Es flipante y vale mucho la pena.




Vistas desde el mirador de la Willis Tower

Después comimos alguna cosa, lo primero que me entraba después de la massive Deep Dish de la noche anterior. Solo fue una ensalada sí, pero algo fue algo, y más después de andar 23 kilómetros en toda la mañana. Fue una de las jornadas matutinas más provechosas de mi vida sin lugar a dudas. Perderse por esas calles tan cinematográficas es como estar dentro mismo de una película. Y sí, con lo poco que vimos de Chicago podemos afirmar que es tal como se ve en las pelis, tanto el centro financiero como la periferia, que visitamos a continuación ara ir a ver la estatua de uno de los mitos de los ’90. Sí, hablamos de Michael Air Jordan. Después de salir del metro disfrutando del paseo por esas calles tan Shameless (las casa son tal cual) llegamos al United Center. El estadio en cuestión no lo pudimos visitar porque estaba cerrado, pero en el hall sí pudimos estar, que es donde está la estatua de Jordan. La verdad es que es una pasada, captura perfectamente ese mítico momento saltando de la línea de tiro libre para machacar en canasta.




Air

De vuelta al centro por fin se abre un poco el hambre y decidimos comer en unos de los pubs históricos de la ciudad: el Miller’s Pub, donde comí una de las mejores tartas de mi vida. Sí, no era una porción pequeña, como suele ser costumbre en los States. Nunca olvidaré la cara de Àlex cuando vio venir al camarero (yo estaba de espaldas) con el trozito de tarta...  Con la panza llena y un par de Guinness andamos de vuelta al hotel para al día siguiente prepararnos para dejar lejos, bien lejos, la ciudad de Chicago con la sensación de que lo mejor del viaje aun estaba por llegar.




Estaba de muerte... y casi me mata


                                                               To be continued…


sábado, 31 de mayo de 2025

Crónicas Americanas '23 | Día 1 - Chicago



Siempre hay viajes, destinos y recorridos que cercan nuestra mente durante años. Lugares a los que sabes que una vez en la vida tienes que visitar, que tienes que ver por ti mismo o, sencillamente, saber lo que se siente al recorrer un trayecto que tantas y tantas veces has visto des de Google Maps. Son lugares y carreteras que mitificamos, que imaginamos alguna vez en recorrerlas para llegar al punto soñado. Y llega un día, ese día, cuando se alinean los astros y dices “ahora” y le das al click para comprar el billete de avión. Es un momento mágico porque sabes que no hay vuelta atrás; sabes que vas a ir; sabes que vas a disfrutar descubriendo in situ eso que antes era solo una posibilidad.


Si hablamos ya en el terreno más personal, para un servidor la mayoría de estos destinos se encuentran en Estados Unidos. Gracias a películas, música o, simplemente a la mitomanía general, Estados Unidos es un país que a parte de ser enorme ofrece una variedad increíble de sitios para todos los gustos. Si te gustan las ciudades tienes ladrillo y hormigón; si te gusta la naturaleza tienes parajes naturales únicos; si te gusta la historia tienes sitios clave; si te gusta el cine tienes enclaves icónicos inmortalizados en la gran pantalla; si te gusta la literatura lo mismo; si te gusta la música… en fin, pues ya me entendéis. Cierto que hay personas a las que la cultura yankee no les gusta y yo lo respeto, pero a los que nos gusta Estados Unidos como destino turístico-vacacional es un sitio donde cada vez que vamos nos damos cuenta de lo que nos falta por descubrir.


Entre el 2007, año de las primeras y únicas crónicas americanas publicadas aquí y el 2023, año de mi última visita al país he ido dos veces más (2019 y 2011), pero he decidido publicar mi última visita y seguir hacia atrás. Prefiero ir publicando las últimas crónicas porque son las que tengo más recientes y donde puedo dar más detalles (relevantes o no). Así que nada, espero que a quien aparezca por aquí y le interese el tema encuentre algo de su interés y si no que pase un rato ameno y entretenido.

Muchas cosas han cambiado desde las primeras narraciones que hice, pero lo que no ha cambiado es la buena y fiel compañía de Àlex. Sí, de los siete integrantes que llegamos a ser en 2011, en 2023 solo sobrevivimos dos. Viajar con un grupo amplio o reducido tiene sus ventajas e inconvenientes. Cuanta más gente tenga el grupo más difícil es moverlo, así que menos cosas vas a ver, pero por el contrario cuantas más personas haya mejor te lo vas a pasar en el aspecto de que cada uno aporta algo al grupo, hablando en términos de conversación, anécdotas, risas… No es ni mejor ni peor, pero sí que viajando solo dos personas puedes plantear un viaje más a saco en el aspecto de ver sitios y no parar.



Las mitiquísimas vías alzadas del metro de Chicago

Vamos al ajo entonces y aterrizamos el día 1 en Chicago. Como es costumbre Estados Unidos nos recibe con una cola interminable en el control de inmigración, así que toca pasar por el tubo. En mi experiencia viajando a USA prefiero evitar pillar vuelos de conexión dentro del mismo país, a menos que tengas muchas horas de espera, porque nunca sabes lo que se va a demorar el control de entrada al país y vale más prevenir que curar. Prefiero hacer el vuelo de conexión en Europa y volar directamente a la ciudad de USA que me interese, si existe esa posibilidad. Así que nada, llegada a Chicago con un jet lag terrible y llegada al hotel en el downtown, tiempo justo para dejar bártulos y a la calle que tenemos hambre… Y qué haces si tienes hambre y eres turista recién aterrizado en Chicago? Comer una auténtica deep dish pizza, como no. Así que de camino al Giordano’s quedamos alucinados con la ciudad,que nos recibe con esos modernos rascacielos y esa vibra que solo una mega urbe como Chicago puede tener. Pero lo gordo de la noche no fueron los edificios; lo gordo de la noche fue la deep dish… 



El pitbull de las pizzas

La foto habla por si sola, pero cuando os digo que la pizza es bestial debéis creerme. Recuerdo que le dije a Àlex que pillásemos una talla S para los dos, porque había leído que eran grandes, pero él me dijo “talla M, talla M, que tengo hambre”. No se le puede llevar la contra a ese señor en temas de comida así que M al canto y primer mastodonte gastronómico del viaje. Es brutal. Es como un tipo de masa en forma de tartaleta gigante que se dedican a rellenar de ingredientes poniendo el queso (mucho) al fondo. Nosotros pillamos la BBQ y estaba de muerte. Cierto que a veces en sitios así tan famosos siempre entras con la duda de si la fama que tienen se la han ganado o la han mitificado… pues en el Giordano’s podéis estar tranquilos: fama merecida porque esa pizza estaba buenísima. Eso sí, a la mañana siguiente no hay quien coma porque la sensación de estar lleno a mi me duró hasta el mediodía… ¿Y luego? Pués después de semejante diplodocus queso-cárnico no te queda otra que salir a pasear un poco, aunque yo me durmiera de pie debido al cansancio acumulado. Vueltecita rápida al Chicago Riverwalk y camino del hotel para descansar porque nos esperaban muchos días de tralla de la buena.



To be continued…


 





miércoles, 28 de mayo de 2025

Lugares Míticos | Sun Studio

 


Situémonos en una tórrida tarde del mes de agosto en Memphis, Tennessee. El corazón ya lo tenía en modo taquicardia permanente, cosa normal si te mueves por Memphis y te gusta la música, pero es que... lo que se venía de frente era nada más y nada menos que la visita al TEMPLO del rock and roll; el lugar donde iniciaron sus carreras artistas como Elvis Presley o Johnny Cash, por citar solo dos ejemplos. Se trata de un pequeño edificio situado en el 706 de la Union Ave de la ciudad, de obra vista, con unos inconfundibles toldos verdes, una guitarra Gibson a modo de letrero y con el dibujo de un disco de vinilo en un lateral. Sí, señores, hablamos del legendario Sun Studio


No voy a hablar aquí de su historia ni de todos los artistas que grabaron aquí, no se trata de eso. El que quiera saber todo y más tiene montón de artículos en la red. Lo que quiero transmitir en la série Lugares Míticos son los sentimientos, experiencias y emociones que he sentido al visitar estos sitios así como también algun consejo o recomendación al visitarlos, claro que sí. 


Volvamos al lío entonces... Aparcamos el cotxe sin ningún problema (si  hay algo que me gusta de USA es que aparcamiento nunca te va a faltar) y ya vemos el ilustre lugar esperando ser visitado. Cuando entras hay un pequeño bar donde puedes tomar un refrigerio, comprar merchandising y adquirir el tiquet para la visita guiada que, a menos que haya cambiado a día de hoy, es como se visita el estudio. La visita empieza en la parte de arriba del edificio donde hay un poco de museo con objetos relacionados con Sun Records. Es una gozada escuchar al guía hablar porque menudos conocimientos tenía el chico... Y además iba vestido con una t-shirt de Amoeba Music, para rematar. Pero el plato fuerte está en los bajos... en el estudio própiamente dicho. Acceder ahí es retroceder en el tiempo y casi que puedes ver a Elvis, Jerry Lee Lewis, Carl Perkins o Johnny Cash moverse, tocar y cantar ahi... No hay palabras para describirlo, la verdad. Además, han conservado los paneles originales en las paredes, los mismos que salen en una de las fotos más famosas de la historia del rock, la foto del cuarteto del millón de dólares. Estar AHÍ, donde se tomó esa foto absolutamente legendaria es algo increíble. 





Un lugar imprescindible tanto si eres un enfermo de la música como si no, ya que si se pasa por Memphis hay que ir sí o sí sin excusa, porque forma parte de la cultura de la ciudad, ya que si hablamos de Memphis hablamos de una ciudad que respira música por todos lados. Terminamos el dia en el turístico Beale Street, donde cenamos una burguer en el BB King Blues Club escuchando blues en directo. Gozada pura. 


Keep on rockin'!






domingo, 25 de mayo de 2025

THE GITS | Frenching The Bully (1992)



Muchos años hace que no escribo sobre música; muchos años hace que no tengo la necesidad imperiosa de escribir sobre música... hasta este momento. Soy consciente de que pueda que haya perdido el tono; de que las maneras hayan cambiado, pero en el fondo todo sigue igual en un aspecto: pasion

Y es que la música tiene la capacidad de hacernos recordar momentos, sean buenos o malos, pero también tiene la capacidad brutal de crear nuevos recuerdos a su alrededor. Y eso es precisamente lo que estoy haciendo ahora mismo cada vez que escucho este disco demoledor en todos los sentidos de la palabra. Según la RAE demoledor significa que demuele, y demuele significa destructor, aniquilador, asolador, catastrófico, exterminador. No podría definir mejor este Frenching The Bully, disco que me ha volado la cabeza en el sentido más literal de la palabra. 

Situémonos en Seattle a finales de 1992, una ciudad en plena ebullición del grunge y con una escena punk-rock subyacente en plena efervercencia. Lo que no era normal es que los grupos tuvieran una vocalista como frontman, y menos una vocalista de talla monumental como era Mia Zapata, cuyo trágico final (violada y estrangulada) dejó todo el espectro rockero de la ciudad desolado. Mia se fue demasiado pronto y en circunstancias trágicas también, como tantos otros, a la edad de 27 años, pero nos dejó un disco que es un puñetazo en la mesa, un grito al inconformismo y un rugido de rabia. 


Cuando ponemos el play este Frenching The Bully es un álbum que nos va abrasando las entrañas mientras conocemos por vez primera el torrente Mia Zapata. Recuerdo alucinar la primera vez que lo escuché y pensar ¿pero quién es esta? Estamos delante de puro nervio punk-rockero que una vez entra te desgarra y te deja con la pregunta de qué es lo que ha pasado. Temas como Absynthe, Slaughter of Bruce, Spear and Magic Helmet, Here's to Fuck o Wingo Lamo són pildorazos guitarreros que te dejan sin aliento Pero no todo es velocidad y rabia desatada, en medio encontramos It All Dies Anyway, un medio tempo donde cerramos los ojos y podemos escuchar a una Janis Joplin de los '90... Porque es eso, a veces Mia Zapata me recuerda a Janis, supongo que será por el sentimiento que ponían ambas cuando cantaban.  

Mención a parte merece la soberbia Second Skin, cuyo vídeoclip editado no hace mucho dejo aquí abajo. Estamos delante de una canción absolutamente magistral por todo lo que transmite y cómo lo transmite. No puedo entender cómo es posible que no tenga una fama que sí, que merece sin lugar a dudas, pero por otro lado me gusta que sea así porque queda en el fondo de un pozo donde no es fácil llegar. Es un temarral que desde que empieza con la batería te paraliza y que hace que lo dejes todo para escucharlo como merece. 

I need a second skin
Something to hold me up
Can't it on my own
Sometimes I need just a little more help well
I've got that chance to give every drop that's left in me
I need a second skin
Someting I cannot break out




Poco más puedo añadir, si conoces el disco sabes de lo que hablo; si no lo conoces te invito a descubrirlo y a sumarlo para siempre en tu vida. Nunca es tarde. 






miércoles, 24 de octubre de 2012

Lugares Míticos | 96 & 98, St. Marks Place

Hay muchos lugares de peregrinage para los amantes del rock, pero no cabe duda de que un buen puñado de ellos se encuentran en la ciudad de los rascacielos; en la ciudad donde todo es grande; en la ciudad donde sale humo a través del asfalto, en la ciudad que no duerme... sí señores, estamos hablando de New York City.

He estado dos veces en la Gran Manzana y seguro que no serán las últimas, os lo juro. Pasear por sus calles y embriagarme de lo que allí se respira es algo que no se puede describir, y más cuando paseas por el genial  East Village y el Lower East Side, dos lugares por los que perderse y descubrir, salvando las distancias, lo que sentían los músicos de rock en los apasionantes años '60 y '70. Una de las calles de referencia del East Village es la St. Marks Place, un lugar donde uno puede teletransportarse hacia aquellos maravillosos tiempos, donde la efervescencia musical de New York era más patente que nunca. Andando por esta calle podemos embobarnos con cualquiera de sus particulares edificios, pero hoy nos detendremos en los números 96 & 98, destino del lugar mítico que hoy quiero mostraros.



                                    

96 & 98, St. Marks Place es famoso por dos cosas que todo amanate del rock debe o debería saber. En primer lugar porque se trata del edificio de la portada del disco "Physical Graffiti" de Led Zeppelin y, en segundo lugar, porque en él se grabó el videoclip de los Stones de "Waiting on a Friend". El sitio en cuestión es realmente especial si uno es consciente de lo que allí ha pasado, como por ejemplo ver esas mismas escaleras donde estaba sentado el mismísimo Mick Jagger. Debo reconocer que yo también me senté a esperar a mis amigos  que venían detrás...



Para llegar al 96 & 98 lo ideal es venir andando desde la calle Bowery, famosa por muchas cosas también, como por ejemplo albergar el mítico club CBGB. Debo mencionar que en el 2007, cuando visité NYC por primera vez, el CBGB estaba cerrado y el local vacío. Pués bien, esta vez pude entrar en la leyenda ya que Varvatos lo convirtió en una tienda. Ha mantenido toda la esencia del local, el escenario, las paredes... y el WC. Puedo decir que oriné en el CBGB y que fué la mejor meada de mi vida. Bueno, así que siguiendo por la calle Bowery llegamos a St. Marks Place y lo primero que vemos es el histórico hotel de mismo nombre. Andamos a lo largo de la calle, pasamos el 96 & 98 y, al llegar al final encontramos un parque, giramos a la derecha y agudizamos la vista: encontramos el famoso graffiti dedicado a Joe Strummer. Rock y más rock, por todas partes. Callejear y callejear, ese es el espíritu que nos hace indomables.

The Velvet Underground - Loaded 








lunes, 22 de octubre de 2012

Grateful Dead | Workingman's Dead (1970)

Welcome my son, welcome to the machine... 

Hoy es uno de esos días que creí que jamás llegaría. Por fin, después de tres años, he reunido las suficientes fuerzas como para volver a escribir y reabrir este lugar con ilusión, algo fundamental en todo lo que se hace. Hace tiempo que cada día tengo más la necesidad de compartir, ya sea un disco o un viaje, y más cuando veo que aún hay gente que se toma la molestia de escribir de forma altruista para otros sin pedir nada a cambio. Bueno, dejémonos de divagaciones y vayamos al tajo con el disco elegido para el resurgir de este blog, tu blog: Workingman's Dead.




Mucho se ha escrito de este disco y de su hermano, American Beauty, pero todo lo que se haya dicho parece poco porque nos encontramos delante de una auténtica obra maestra. Los Grateful Dead nos deleitan con un majestuoso trazado de lo que debe ser un disco basado en las raíces musicales, en el auténtico sonido americano dedicado al hombre trabajador. Olvidaros de sus totémicas jams en directo y dadle al play para que Uncle John's Band haga su entrada. Hermosas harmonías vocales herencia de CSN&Y deleitan los oídos. Un tema convertido en un clásico de la banda desde el día en que salió. De la alegría y optimismo que sugiere el primer tema desembarcamos en High Time, una pieza melancólica que suena, por qué no decirlo, de puta madre. Sin querer nos encontramos con Dire Wolf, otra pieza sublime donde se aprecia la calidad de los componentes de la banda, con ese slide que recorre la canción sin obstruir pero sin enmascarar la melodía. Estamos en medio del oeste, chicos, un lugar caluroso donde la gente pasa el rato en el porcho de su casa, con su sombrero en la cabeza y los pies estirados en la barandilla mientras las notas de New Speedway Boogie se dejan notar. Sólo falta un buen trago del amigo Jack para besar el cielo...

Cumberland Blues es un tema tan acelerado... o mejor dicho: sublime. Las harmonías vocales llegan a su nivel máximo en una pieza que si te has levantado con el pie izquierdo te endereza el día con sólo escucharla. Menudo temazo. Bueno, y para contrastar con la fogosidad de Cumberland Blues nos topamos de morros con Black Peter, un tema melancólico que honra a esos primeros cantantes de blues del Mississipi, que encontraron en la música una vía para escapar de esa miserable vida. Esos sí que eran verdaderos Workingmans. Un redoble de batería nos adentra en Easy Wind, un blues de la vieja escuela que me encanta porque tiene todo lo que me gusta: solo de guitarra, solo de harmónica y un final lisérgico. Casey Jones, otro clásico de la banda, cierra el disco. Un tema claro, conciso y directo cuyo estribillo invita a ser tarareado una y otra vez.

Workingman's Dead es una auténtica maravilla de disco, un indispensable que no debe faltar en cualquier buena colección musical. Grateful Dead desgrana uno a uno los secretos de la música americana y nos los presenta de la mejor manera posible. No hace falta entrenar los oídos para lo que vamos a escuchar; nos lo ponen tan fácil que sólo debemos disfrutar. Imprescindible es poco.