 |
Skyline de Chicago |
A veces el jet lag
puede ser malo pero otras puede resultar una ventaja, como lo fue para nosotros
el primer día (y único) completo en la ciudad de Chicago. A las 5 de la mañana
ya estábamos levantados y buscamos un bar en las cercanías que estuviera
abierto. Buena fue mi sorpresa al ver en el maps que había un bareto hípster
abierto, así que nos encaminamos hacia allí para tomar nuestra necesaria dosis
de cafeína. Hablo solo de tomar café porque en lo que refiere a un servidor
tenía el estómago cerrado gracias a la deep dish de la tarde-noche anterior. El
bareto en cuestión muy friki, con las típicas galletas americanas y pastelitos…
y un café fuerte, como me gusta a mi. De nombre Peet’s Coffee, situado en el 41
E 8th St.
 |
Crown Fountain
|
Con el regusto del café arrancamos el día turístico en
Chicago a las 6 de la mañana, muy tempranito para turistear pero genial si
quieres ver la ciudad sin
aglomeraciones. Nos ponemos en marcha camino de la
Crown Fountain, obra del
artista catalán Jaume Plensa. La verdad es que mola bastante ver esas caras que
van cambiando, al menos singulares son. Lo bueno es que no había nadie y ya era
de día, así que las fotos quedaron de lujo. Al ladito mismo de la fuente está
el inicio de la mitiquísisisisima
Route 66, como así lo indica una señal
colgada en una farola. Seguimos camino del
Millenium Park aun sabiendo que el
famosísimo
Cloud Gate estaba en obras… al menos la pudimos ver a lo lejos. Dicen que siempre hay que dejar algo por hacer allí donde uno vaya, y
disfrutar de la Bean ha sido lo que hemos dejado de hacer en Chicago, entre
muchas otras cosas of course, porque con 24 horas en la ciudad hay que
priorizar al máximo. Pero bueno, hablando del Millenium Park decir que es un
lugar guapísimo donde en verano la gente se reúne, entre otras cosas para asistir
a algún que otro evento en el
Jay Pritzker Pavilion, un auditorio al aire libre
espectacular.
 |
Marina Towers |
Seguimos enfilando la brutal Michigan Ave desviándonos por
las calles adyacentes y contemplando la impresionante arquitectura de la Windy
City, edificios a cada cual más moderno y vanguardista, como el Aqua Tower, el Tribune
Tower, la Trump Tower, el mítico John Hancock Center o el modernísimo St. Regis Chicago, que me
flipó. Mención a parte merecen las torres Marina City, justo delante del río y
que han sido escenario de innumerables escenas de películas o, sin ir más
lejos, protagonizan la portada del disco Yankee Hotel Foxtrot del grupo Wilco.
Lo cierto es que esa zona de Chicago es acojonante porque es amplia, grande,
con el río y las avenidas juntándose frente a los rascacielos. Hay que estar
ahí para apreciar la belleza de esta zona de la ciudad.
 |
Postal de Chicago
|
Seguimos paseando previa excursión a la zona del muelle con
destino la Willis Tower y pasamos por delante de otra de las postales clásicas
de Chicago: el
Chicago Theatre. El cartel es precioso, un icono de la ciudad en toda
regla. Una ciudad que nos
obsequió con un tiempo un tanto particular, porque no es que hiciera frío
(hablamos de mediados de octubre), pero es que amenazaba una lluvia que tu
sabes que si empieza puede derivar en tormenta… Lo que sí que hacía era un
viento impresionante, llevado por las corrientes del lago Michigan. En unas
calles nada, pero en otras el viento era bestial. Tuvimos suerte que el tiempo
nos respetara. Llegamos a aterrizar un día después y no hubiéramos visto nada
de la ciudad porque la cosa cambió de lo lindo.
Y así como tal cosa llegamos a la Willis Tower, antigua Sears
Tower, el edificio más alto de todo Chicago y el tercero más alto de los
Estados Unidos con sus imponentes 442 metros. Subimos a lo alto donde hay un mirador espectacular, con el incentivo de que te dejan estar en el
Skydeck tres minutos. Se trata de un cubículo transparente, así que puedes
estar suspendido con la ciudad de Chicago a tus pies. Es flipante y vale mucho
la pena.
 |
Vistas desde el mirador de la Willis Tower |
Después comimos alguna cosa, lo primero que me entraba después
de la massive Deep Dish de la noche anterior. Solo fue una ensalada sí, pero
algo fue algo, y más después de andar 23 kilómetros en toda la mañana. Fue una
de las jornadas matutinas más provechosas de mi vida sin lugar a dudas. Perderse
por esas calles tan cinematográficas es como estar dentro mismo de una película.
Y sí, con lo poco que vimos de Chicago podemos afirmar que es tal como se ve en
las pelis, tanto el centro financiero como la periferia, que visitamos a
continuación ara ir a ver la estatua de uno de los mitos de los ’90. Sí,
hablamos de Michael Air Jordan. Después de salir del metro disfrutando del
paseo por esas calles tan Shameless (las casa son tal cual) llegamos al United Center.
El estadio en cuestión no lo pudimos visitar porque estaba cerrado, pero en el hall
sí pudimos estar, que es donde está la estatua de Jordan. La verdad es que es
una pasada, captura perfectamente ese mítico momento saltando de la línea de
tiro libre para machacar en canasta.
 |
Air |
De vuelta al centro por fin se abre un poco el hambre y
decidimos comer en unos de los pubs históricos de la ciudad: el Miller’s Pub,
donde comí una de las mejores tartas de mi vida. Sí, no era una porción
pequeña, como suele ser costumbre en los States. Nunca olvidaré la cara de Àlex cuando vio venir al camarero (yo estaba de espaldas) con el trozito de tarta... Con la panza llena y
un par de Guinness andamos de vuelta al hotel para al día siguiente prepararnos para
dejar lejos, bien lejos, la ciudad de Chicago con la sensación de que lo mejor del
viaje aun estaba por llegar.
 |
Estaba de muerte... y casi me mata |
To be continued…