domingo, 8 de junio de 2025

Crónicas Americanas '23 | Día 2 - Chicago

 


Skyline de Chicago 


A veces el jet lag puede ser malo pero otras puede resultar una ventaja, como lo fue para nosotros el primer día (y único) completo en la ciudad de Chicago. A las 5 de la mañana ya estábamos levantados y buscamos un bar en las cercanías que estuviera abierto. Buena fue mi sorpresa al ver en el maps que había un bareto hípster abierto, así que nos encaminamos hacia allí para tomar nuestra necesaria dosis de cafeína. Hablo solo de tomar café porque en lo que refiere a un servidor tenía el estómago cerrado gracias a la deep dish de la tarde-noche anterior. El bareto en cuestión muy friki, con las típicas galletas americanas y pastelitos… y un café fuerte, como me gusta a mi. De nombre Peet’s Coffee, situado en el 41 E 8th St.

 



Crown Fountain

Con el regusto del café arrancamos el día turístico en Chicago a las 6 de la mañana, muy tempranito para turistear pero genial si quieres ver la ciudad  sin aglomeraciones. Nos ponemos en marcha camino de la Crown Fountain, obra del artista catalán Jaume Plensa. La verdad es que mola bastante ver esas caras que van cambiando, al menos singulares son. Lo bueno es que no había nadie y ya era de día, así que las fotos quedaron de lujo. Al ladito mismo de la fuente está el inicio de la mitiquísisisisima Route 66, como así lo indica una señal colgada en una farola. Seguimos camino del Millenium Park aun sabiendo que el famosísimo Cloud Gate estaba en obras… al menos la pudimos ver a lo lejos. Dicen que siempre hay que dejar algo por hacer allí donde uno vaya, y disfrutar de la Bean ha sido lo que hemos dejado de hacer en Chicago, entre muchas otras cosas of course, porque con 24 horas en la ciudad hay que priorizar al máximo. Pero bueno, hablando del Millenium Park decir que es un lugar guapísimo donde en verano la gente se reúne, entre otras cosas para asistir a algún que otro evento en el Jay Pritzker Pavilion, un auditorio al aire libre espectacular.




Marina Towers

Seguimos enfilando la brutal Michigan Ave desviándonos por las calles adyacentes y contemplando la impresionante arquitectura de la Windy City, edificios a cada cual más moderno y vanguardista, como el Aqua Tower, el Tribune Tower, la Trump Tower, el mítico John Hancock Center o el modernísimo St. Regis Chicago, que me flipó. Mención a parte merecen las torres Marina City, justo delante del río y que han sido escenario de innumerables escenas de películas o, sin ir más lejos, protagonizan la portada del disco Yankee Hotel Foxtrot del grupo Wilco. Lo cierto es que esa zona de Chicago es acojonante porque es amplia, grande, con el río y las avenidas juntándose frente a los rascacielos. Hay que estar ahí para apreciar la belleza de esta zona de la ciudad.




Postal de Chicago


Seguimos paseando previa excursión a la zona del muelle con destino la Willis Tower y pasamos por delante de otra de las postales clásicas de Chicago: el Chicago Theatre. El cartel es precioso, un icono de la ciudad en toda regla. Una ciudad que nos obsequió con un tiempo un tanto particular, porque no es que hiciera frío (hablamos de mediados de octubre), pero es que amenazaba una lluvia que tu sabes que si empieza puede derivar en tormenta… Lo que sí que hacía era un viento impresionante, llevado por las corrientes del lago Michigan. En unas calles nada, pero en otras el viento era bestial. Tuvimos suerte que el tiempo nos respetara. Llegamos a aterrizar un día después y no hubiéramos visto nada de la ciudad porque la cosa cambió de lo lindo.


Y así como tal cosa llegamos a la Willis Tower, antigua Sears Tower, el edificio más alto de todo Chicago y el tercero más alto de los Estados Unidos con sus imponentes 442 metros. Subimos a lo alto donde hay un mirador espectacular, con el incentivo de que te dejan estar en el Skydeck tres minutos. Se trata de un cubículo transparente, así que puedes estar suspendido con la ciudad de Chicago a tus pies. Es flipante y vale mucho la pena.




Vistas desde el mirador de la Willis Tower

Después comimos alguna cosa, lo primero que me entraba después de la massive Deep Dish de la noche anterior. Solo fue una ensalada sí, pero algo fue algo, y más después de andar 23 kilómetros en toda la mañana. Fue una de las jornadas matutinas más provechosas de mi vida sin lugar a dudas. Perderse por esas calles tan cinematográficas es como estar dentro mismo de una película. Y sí, con lo poco que vimos de Chicago podemos afirmar que es tal como se ve en las pelis, tanto el centro financiero como la periferia, que visitamos a continuación ara ir a ver la estatua de uno de los mitos de los ’90. Sí, hablamos de Michael Air Jordan. Después de salir del metro disfrutando del paseo por esas calles tan Shameless (las casa son tal cual) llegamos al United Center. El estadio en cuestión no lo pudimos visitar porque estaba cerrado, pero en el hall sí pudimos estar, que es donde está la estatua de Jordan. La verdad es que es una pasada, captura perfectamente ese mítico momento saltando de la línea de tiro libre para machacar en canasta.




Air

De vuelta al centro por fin se abre un poco el hambre y decidimos comer en unos de los pubs históricos de la ciudad: el Miller’s Pub, donde comí una de las mejores tartas de mi vida. Sí, no era una porción pequeña, como suele ser costumbre en los States. Nunca olvidaré la cara de Àlex cuando vio venir al camarero (yo estaba de espaldas) con el trozito de tarta...  Con la panza llena y un par de Guinness andamos de vuelta al hotel para al día siguiente prepararnos para dejar lejos, bien lejos, la ciudad de Chicago con la sensación de que lo mejor del viaje aun estaba por llegar.




Estaba de muerte... y casi me mata


                                                               To be continued…


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