martes, 9 de enero de 2007

Adicciones | Entrega 2

Estos son los discos que no paran de sonar en mi reproductor musical:


Story. The Honeybus (1970). Una de las más gratas sorpresas que me he llevado últimamente. Un disco sublime con melodías pegadizas y con magníficos arreglos orquestrales. Coincido con lo que se puede leer por la red: es curioso que un grupo así no obtubiera una popularidad notable. Con este único LP nos dejaron un trabajo sensacional.

Baby. The Sidetrack (1968). Este disco es una joya, y nada menos que 37 años ha permanecido escondida hasta que en el 2005 se editó con una "no portada" de color blanco. Pop meloso con tintes psicodélicos, en la onda de la época, es lo que podemos encontrar en este excelso trabajo que hará las delicias los amantes del pop de los 60 y de la música en general.

Tudor Lodge. Tudor Lodge (1971). Folk británico impregnado de dulzura con la voz de la cantante. Guitarras hermosas y frescos aromas pastorales es lo que nos puede evocar este envidiable disco. Un único sólo de guitarra eléctrica hace aparición en medio de este bosque de canciones preciosas, y digo preciosas porque no encuentro ninguna otra palabra que las defina mejor.

Rain & Shine. The Canterbury Music Festival (1968). Este grupo de Nueva York, de curioso nombre, nos deleitaba con este impresionante disco del que sólo se editaron 150 copias. Aires bucólicos y sensacionales instrumentaciones son una constante en cada uno de los temas de este disco. Y pensar que la primera vez que leí el nombre del grupo pensé que era un gran festival de formaciones de la escena de Canterbury...

Kak-Ola. Kak (1969). Excepcional trabajo de este grupo californiano. Dotado del típico sonido de la costa oeste, este "Kak-Ola" es uno de esos grandes discos que permaneceran a la sombra del imprescindible, magnánime y sublime primer disco de Moby Grape. Si bien es cierto la influencia de éstos últimos en Kak, "Kak-Ola" tiene vida propia y un conjunto de canciones que lo convierten en un referente de la época.